Así lo defiende este ente internacional de acuerdo con un informe publicado hace un par de años en el que revisó las más de 900 publicaciones científicas escritas sobre el tema, «la evaluación más exhaustiva sobre salud y arte realizada hasta la fecha.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro: «Las actividades artísticas, desde el baile al canto, desde la lectura al teatro, benefician a la salud y pueden ayudar a tratar complicados problemas como la diabetes, la obesidad, el Parkinson o las enfermedades mentales».
Esta revisión científica destaca que las artes ejercen una influencia positiva en nuestra salud durante las diferentes etapas de nuestra vida desde el nacimiento hasta la vejez, y pone el ejemplo de la lectura a los niños antes de irse a dormir: «Los niños cuyos padres les leen una historia antes de acostarse duermen más tiempo por la noche y se concentran mejor en la escuela».
A su vez, concluye que la formación en artes dramáticas entre compañeros puede ayudar a los adolescentes de áreas urbanas a facilitar la toma de decisiones responsables, mejorar el bienestar y reducir la exposición a la violencia. También reseña que escuchar música o practicar actividades artísticas reduce los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, a la par que se ha observado que, en etapas posteriores de la vida, la música puede favorecer las funciones cognitivas en personas con demencia.
En concreto, este informe constata que el canto en particular mejora la atención, la memoria episódica y las capacidades de ejecución. El arte en el contexto sanitario En el contexto de asistencia sanitaria, la OMS determina que se pueden emplear las actividades artísticas para complementar o mejorar los protocolos de tratamiento, mediante los siguientes métodos:
Escuchar música o practicar actividades artísticas reduce los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, entre los que se incluyen la somnolencia, la falta de apetito, la insuficiencia respiratoria y las náuseas.
En situaciones de emergencia, las actividades artísticas, como la música, la artesanía y los payasos reducen la ansiedad, el dolor y la presión arterial, especialmente en el caso de los niños, pero también en el de sus padres. Bailar proporciona mejoras clínicamente significativas en las funciones motrices para las personas con la enfermedad de Parkinson.
Es más, la institución resalta que algunas actividades artísticas no sólo producen buenos resultados, sino que también pueden ser más rentables que los tratamientos biomédicos más comunes. «Pueden fomentar múltiples factores combinados que promuevan la salud, como la actividad física y el respaldo a la salud mental, y tienen un bajo riesgo de resultados negativos.
También pueden ser una vía para involucrar a grupos minoritarios o de difícil acceso», recalca. En la actualidad, varios países están estudiando planes de prescripción artística y social, en el que los médicos de atención primaria pueden derivar a sus pacientes a la realización de actividades artísticas, según apostilla.
El arte nos ayuda en nuestra enfermedad «El arte nos mantiene sanos. Ayuda en nuestra recuperación y nos permite vivir más tiempo y mejor. De las salas de espera a los pasillos. Lo que nos rodea tiene un impacto en la forma en la que pensamos y sentimos. El arte puede transformar los ambientes clínicos, de impersonales y fríos a cálidos y acogedores, mejorando la experiencia en el hospital», recalca por su parte la Fundación (H)Arte, fundada por Tamara Kreisler y Silvia Centeno, una organización pionera en la puesta en marcha de exposiciones y talleres artísticos en hospitales, centros de salud y residencias españolas.
Según reconocen su objetivo es utilizar el arte para ayudar a enfermos, familiares y personal sanitario en estos ambientes y por eso han puesto en marcha su primera exposición, con una muestra de obras de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada en el Hospital Vithas Aravaca (Madrid). «Una hospitalización derivada de una enfermedad siempre es difícil, pero, hoy en día, esas hospitalizaciones son, si cabe, aún más preocupantes debido a la pandemia global de la Covid-19», afirma Kreisler.
«Lo que buscamos con la instalación de estas exposiciones temporales y con los talleres de arte es que enfermos, familiares y personal sanitario, que son los que más están sufriendo esta pandemia, puedan tener momentos de serenidad y distracción que les ayuden a sobrellevar su día a día», explica por su parte Silvia Centeno.
Según argumentan, el arte es una herramienta terapéutica «muy efectiva» en el tratamiento de diferentes patologías y de enfermedades. «Ayuda a bajar la tensión, el estrés y la depresión, tanto en pacientes como en personal sanitario, consigue reducir la necesidad de utilizar analgésicos, sube la moral del personal sanitario, y hace que las estancias de los pacientes sean más agradables y breves», remarca.
En declaraciones a Infosalus, el director de Vithas Aravaca, José Gómez, destaca que el arte puede representar una vía de humanización de la asistencia sanitaria, así como una intervención inocua, con más o menos impacto en el paciente, pero el que tenga seguro que es positivo.
En cuanto a su eficacia como tratamiento, Gómez mantiene que con la musicoterapia quizás es con la que más experiencia clínica se acumula, especialmente en neonatos y en pacientes con demencia o parkinson, «con resultados de mejora palpables científicamente».
Otra escala sobre la que beneficiaría el arte en las personas enfermas se sitúa en su estado de ánimo, según indica: «Con el arte consigues un estado de ánimo, de vivencia del día concreto que, en general para el paciente es bueno. El día que el paciente interactúa con esa dosis de belleza que le aporta el arte es un día en el que el paciente está con mejor actitud y le predispone a afrontar mejor su enfermedad».